La lluvia sonaba en la ventana de la sala que alguna vez fue su hogar, ese refugio que encontraba para alejarse de sus pesadillas, no vivía más que allí, veía la luz y la sombra desde aquel lugar cerca a las montañas, cerca hasta de Dios y sonreía al ver su vida pasar como ráfaga de viento cortante, tan petulante y altanero que no le daba espacio para la melancolía, ya que tristemente no tenía el suficiente tiempo para pensar en ella.
Se encontraba pérdida entre su vida y la de los demás, no sabía qué hacer, no encontraba consuelo de nadie, pues nadie la veía, era un espejismo simple del destino; pero ella tan cansada como estaba, sin ganas de vivir un solo día más, recurrió a lo último que un ser humano puede llegar a hacer, o mejor, al extremo que puede llegar una mujer para no vivir: al alcohol, las drogas y la prostitución.
Sin embargo, Venecia era una ciudad donde nunca se veía nada extraordinario, no pasaba nada, una ciudad del olvido. Tan olvidada como yo misma – pensó Kate. Kate era una pequeña niña de 16 años, cursaba su octavo grado en un instituto en donde sus compañeros la aventajaban en edad ya que ellos no habían podido ingresar a la educación sino después de los 7 años. Pero a pesar de todo, los niños eran tan inocentes como ella, uno más que otro era travieso, rebelde y el que no podía dejar de ser: el nerd de la clase.
Cuanto más pasaba el tiempo, Kate no encontraba amigos, sus padres habían muerto hacia bastantes años y la familia adoptiva la miraba por debajo de los demás, simplemente ella no quería seguir viviendo pero vivía.
Cierto día, saliendo de la escuela, observó como el nerd del colegio era atropellado por un carro fantasma y pensó creía que en esta ciudad nunca ocurría nada, sonrió malévola ante la sangre rodando casi a sus pies; no gritó, ni pidió ayuda, solo se quedo admirándolo con una mirada cristalina concentrada en algo soy yo la que debería estar en tu lugar, pero he sabido que la vida es injusta y sé que después de todo te vas a morir… para que valdría la pena salvarte, las clínicas son peores que la muerte.
Pero para su pesar, muchos estaban a su alrededor y la sirena de la ambulancia y la policía se escuchaba tan cerca que podrían estar a su lado y Kate sin saberlo, pero cuando sintió la mano de alguien que súbitamente le preguntaba sobre su salud, salió corriendo, huyendo del lugar.
Cansada de correr y sabiendo que estaba ya completamente sola, empezó a caminar como todos los días, vagando sus innumerables horas sobre las calles paralelas a su casa puesto que la noche se acercaba y rondaban cosas nuevas y extrañas en el mundo de la noche. De regreso a casa, se le ocurrió una idea para esta noche, quería ver la luna y las pocas estrellas desde otro sitio, quería admirar su belleza y reírse de ella. Trepó un árbol y espero que la luna apareciera como su aliada, entonces en poco tiempo mostró su belleza, hoy era luna llena; Kate se asombró de verla tan grande y murmuró para sí si alguien me contemplara como te contemplan a ti, aliada traicionera, eres la dueña de la noche, pero la noche es tan mala como tú. En eso, escuchó unas muchachas andar por la calle, vestían trajes cortos que si no fuera por la altura en donde ella se encontraba hubiese jurado que no tenían ropa interior y se quedó más entusiasmada que asombrada. Las siguió viendo, una de ellas llevaba en sus manos una botella grande y desconocida, pero no podía estar segura por la distancia en que se encontraban.
Luego intentó bajarse y seguirlas, pero le entró miedo por la forma en que caminaban, podría decirse que estaban enfermas desde el principio y volvió a casa, en donde sus padres la estaban esperando para regañarla con palabras fuertes y muy feas.
- en donde te has metido vagabunda, hace tres horas debiste llegar a casa y mírate parases que hubieses visto un fantasma.
- No me insulte, usted no es mi padre para hacerlo, no tengo porque explicar lo que hago o no con mi vida. Y para sus adentros se dijo si supiese que estado toda la tarde aquí en el jardín.
En ese momento su padre levantó la mano y le pegó una cachetada tan fuerte que le dolió pero no hizo nada, más que con la mirada de ira y repulsión, casi un odio infernal traspasaba al agresor. Subió corriendo a su cuarto, cavilando su venganza pero cayó rendida después de unos cuantos minutos.
Al día siguiente, siguió como si nada, la misma rutina de levantarse de madrugada, tener que bañarse, vestirse, alimentarse e irse a un lugar, aunque por supuesto, su lugar favorito; como decía ella: su propia casa.
Cuando llegó a la escuela, todo el mundo a su alrededor murmuraba, decían, chismeaban, hablaban sobre el incidente del nerd y de cómo había sobrevivido; los comentarios fueron embarazosos hasta que uno en especial le dio un giro a sus pensamientos – tuvo suerte de llegar al hospital y el accidente no paso a mayores, y cuando se despertó dijo que la muerte no es tan placentera como él pensaba, pero que no le temía.
Kate escuchó a esas chismosas y pensó que esas palabras estaban dirigidas a ella y se fue del lugar con una cara de horror porque empezó a sentir miedo no quiero sentir miedo, la muerte sería lo mejor que me podría pasar, porque ese estúpido dice lo contrario, ¿Qué tiene la vida de bueno? Solo sufrimiento… solo soledad. No volvió a clase presa de ese miedo y decidió ir al hospital y enfrentarlo porque creía que todo eso era una zarda de mentiras.
Pero su plan se vino abajo cuando al ingresar a la habitación, el chico se estaba asfixiando y llamó a la enfermera, pero cuando regresaron al cuarto, él ya no se encontraba con signos vitales; ella le gritó – despierta, no me hagas esto, tienes que decirme la verdad, respóndeme, despierta- todas esas palabras con alaridos y sollozos por las lágrimas.
La enfermera la sacó a empujones porque estaba lastimando el cuerpo del niño, solo tenía 13 años, era el menor de la escuela pero aparentaba más; la sepultura la hicieron al día siguiente, sus padres estaban destrozados, no podían creer que su único hijo se encontrará en un ataúd. Los profesores le rindieron un homenaje por su esfuerzo y dedicación al estudio y Kate permaneció callada sin signos de habla ni escucha; sin embargo fue la última en irse.
Al llegar a casa, sus padres ni le hablaron, seguían aun molestos por la actitud del día anterior, entonces, al ver que ni la determinaban decidió ir al jardín a hacer lo mismo que la noche pasada: se trepó al mismo árbol y se quedó vigilando en la misma dirección en la que habían aparecido las muchachas; tenía la intención de seguirlas para saber hacia dónde se dirigían. No tardaron mucho en aparecer y Kate sigilosamente se bajó y las siguió muy de cerca pero sin que ellas notaran su presencia.
Esta vez, ninguna de las dos tenia botellas en sus manos, pero si tenían unos trajes parecidos a los de anoche, y Kate seguía con la duda de si tenían o no interiores porque la noche no ayudaba y ellas se encontraban a una moderada distancia; seguían caminando hasta que se detuvieron en una casa abandonaba y tocaron un supuesto timbre. No lo puedo creer, porque querrán entrar ahí.
Lejos estaba de imaginarse la horrible verdad; cuando abrieron las puertas, se reflejaba luces de discotecas y se escuchó una música distante, algo parecida al rock metal, eso le extrañó.
Las muchachas entraron sin inmutarse, como si fuera su casa; un escalofrió recorrió el cuerpo de Kate, ella quería entrar y descubrir cuál era el secreto y fue directo a la puerta, tocó el timbre y un vigilante salió a recibirla, él le dijo: - Que necesita? – Es que… es que hace un momento unas muchachas entraron acá – Si, son sus amigas? Usted no parece de esas, pero no importa, entre más monjitas mejor. Como me trató de decir pensó Kate en sus adentros y continuó caminando hacia el fondo del lugar, ella había entrado a la boca del lobo.
El lugar la deslumbró, había humo por todas partes, estaban más personas reunidas de la que jamás había visualizado en toda su vida, una discoteca en este cuidad… oh no me lo puedo creer… es… es increíble, nunca me lo hubiese imaginado. Sin embargo estaba lejos de la verdad.
Buenas noches para aquellos que les guste la lectura, que les guste la escritura... que puedan describir cada palabra como un sentimiento.
ResponderEliminar